En una noche silenciosa,
estallando un estruendo.
En un acorde de sonido y dolor,
en aquel que yo tanto quiero.
En un crujido en torcijón de dolor,
frunciendo el ceño.
Cuanto dolor hay que aguantar,
este que es mi hijo y lo llevo dentro.
A este que tanto duele,
que es el mío y yo no puedo.
Mese encoge el alma,
y mese eriza el pelo.
Cuando él me mira, y no me ve,
y al mismo tiempo, no me habla.
Me dan ganas de morirme,
al mismo tiempo digo quien, lo salva.
Padre de Jesús
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