Desesperados y helados en unas noches frías.
En la noche oscura y fría
en aquellos años de invierno
se perfilaba en la comisura de los labios
que al mismo tiempo la soledad y silencio
donde todo era oscuridad y frío
donde todos nos conocíamos
en las calles poca luz alumbraba
aquellos momentos de silencio
caída la madrugada y saliendo el lucero
con sus aguas ya endurecidas
de las que se deslizaban por el tejado
quedando unos garrotes largos colgados
largos y duros eran esos garrotes
los partíamos del tejado
y con ellos hacíamos una espada
con la que ella alegre jugábamos
padre de Jesús
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