En la dureza de la vida,
en la satisfacción de la lucha.
Contra la fatiga sufrida,
y en la pobreza vivida.
Quedan pocas esperanzas
aquí en esta dura vida.
Cada cual hace lo que quiere,
sin estimar lo que se avecina.
Remontamos a tiempos vividos,
cuando de nada había.
Cuando buscábamos por el campo,
el pan de cada día.
Quien encontraba algo,
en los frutales se escondía.
La satisfacción era plena,
el hambre así moría.
Chorros de sudor en cuerpo,
de tanto como corría.
Conseguir apenas virutas,
robar la fruta prohibida.
robar la fruta prohibida.
Padre de Jesús

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