lunes, 1 de septiembre de 2025

mi camino de comercial

 

Del restaurante a la carretera,
con un maletín por bandera,
fui sembrando con mi palabra,
una vida entera, sincera.

No vendí humo, ni mentiras,
ofrecí lo que podía dar,
mi respeto, mi tiempo, mi esfuerzo,
mi deseo de ayudar.

Con sudor en la frente y esperanza,
fui de pueblo en pueblo, sin descanso,
no había domingo ni fiesta,
solo amor por los de mi casa y su descanso.

Me encontré con gente buena,
y también con desengaños, Milicias del alma

Me midieron lejos, en tierra francesa,
pero volví al deber, sin tregua ni pausa.
Me llevó el tren a Vitoria callada,
donde el miedo y la espera iban de la mano armada.

En Burgos me vi, con frío en la piel,
con uniforme roto y sin nada que ver.
Un polvorín de acero, de pasos contados,
donde hasta el viento estaba vigilado.

Pero aún en la sombra, encontré compañía,
amigos sinceros, de noche y de día.
Compartimos historias, cartas y sueños,
con la esperanza puesta en un retorno pequeño.

Y cuando salí, no miré hacia atrás,
pero llevé en el pecho lo que allí quedó.
Porque hasta en la mili, que tanto dolió,
Aprendí que el valor no siempre se grita

 

padre de jesus.

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