Hoy, un día cualquiera de otoño,
me he detenido a pensar despacio,
a mirar la vida con otros ojos
y a entender que cada persona es un universo distinto.
Hay mentes que el tiempo ha endurecido,
corazones que han aprendido a callar,
y miradas que esconden historias
que nadie se atreve ya a contar.
Llevamos siglos buscando respuestas,
tratando de saber por qué y para qué,
pero la causa, tan humana y profunda,
aún se nos escapa entre los dedos del ser.
Nadie conoce su destino,
ni el porqué de su camino,
solo sabemos que vivimos,
y que al final… todos sentimos.
Y aunque muchos crean tener la verdad,
solo el alma sabe lo que calla,
solo el corazón guarda en su silencio
la luz y la herida de cada batalla.
Padre de Jesús
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